1 – Desapegarse de lo negativo
«Lo que nos hace felices o desgraciados no es lo que ocurre, sino lo que pensamos de lo que ocurre»
Epicteto
«La felicidad y el sufrimiento están en la mente»
El Buddha
Nuestra mente se fija por defecto en aquellos detalles negativos de cada situación. Es lo que llamamos el sesgo negativo.
Ha sido para la humanidad una manera de sobrevivir, siendo conscientes de los peligros que pueden entrañar las circunstancias que nos trae la vida.
El problema viene cuando nuestra mente pasa por el cedazo de este sesgo negativo cualquier situación, aunque ésta no comprometa nuestra supervivencia.
En realidad, nada de lo que sucede es intrínsecamente positivo o negativo, todo depende de cómo lo interpretemos. Ante el mismo hecho dos personas diferentes lo vivirán de formas distintas, porque el cómo lo vivamos depende de nuestros pensamientos, no del hecho en sí.
Por tanto, el pensamiento es la clave, es el vehículo que puede llevarnos hasta la felicidad o hasta el sufrimiento.
Debemos tener en cuenta lo que me gusta llamar las tres iii del pensamiento; el pensamiento es:
Inevitable. La función de la mente es pensar. Ella se dedica a generar a diario miles de pensamientos, basados muchos de ellos, en experiencias y aprendizajes pasados. El cerebro no está preparado para parar. Cuando no estamos realizando una tarea concreta, el cerebro se dedica a generar miles y miles de pensamientos que llamamos narrativa mental.
Involuntario. El 80% de esos pensamientos los genera la mente ella solita sin nuestro permiso. Sólo el 20% de los pensamientos son generados de forma consciente por nosotros porque necesitamos planificar u organizar algo.
Impermanente. Este es un punto importantísimo en la práctica de mindfulness. La atención plena nos ayuda a ser conscientes de que nada en esta vida permanece, tampoco los pensamientos. Ellos llegan, permanecen unos instantes y si no nos enganchamos a ellos y los dejamos pasar, se marchan. No tienen intención de quedarse para siempre. Son como nubes en el cielo que vienen y van.
Los pensamientos que nuestra mente genera no son la realidad. Mindfulness nos invita a distanciarnos de nuestra corriente de pensamientos, a verlos desde la orilla, desde la distancia y a no creerlos a pies juntillas, ya que comprendemos que no son la realidad sino nuestra interpretación de ella.
¿Qué podemos hacer desde la práctica de mindfulness?
- Aprender a tomar distancia de los pensamientos. No somos nuestros pensamientos sino aquel que los observa.
- Darnos cuenta de que surgen y cesan, son como nubes que vienen y van. No permanecen.
- No son la realidad sino nuestra interpretación de ella, fíjate que ante el mismo suceso cada persona genera una interpretación diferente. Es bueno practicar el «NO SE», poner en duda lo que la mente nos dice.
- Practicar la atención plena. Cuando estamos completamente atentos a lo que hacemos, a las tareas de nuestro día a día, desconectamos la inmensa narrativa de la mente y el incesante flujo de pensamientos se va calmando.
- Practicar la meditación. Con ella vamos aprendiendo a observar la corriente de pensamientos, a aceptarlos con amabilidad y a no engancharnos a ellos, dejarlos pasar. También a centrar nuestra atención en un punto concreto para ir así calmando la mente.
Aquí te dejo una pequeña práctica de meditación de calma mental atendiendo a la respiración.
Meditación de calma mental
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