1 – Saborear la vida
«La vida es aquello que nos sucede mientras hacemos otros planes»
John Lennon
¿Te has parado a reflexionar sobre la velocidad a la que estás viviendo tus días? ¿Eres consciente de que te rodean de continuo un sinfín de pequeñas maravillas que pasas por alto? ¿Enciendes sin darte cuenta cada mañana, el piloto automático y cuando llega la noche tienes la sensación de haber estado ausente la mitad del tiempo?
Saborear la vida implica bajar el ritmo acelerado en el que solemos vivir.
Implica desconectar el piloto automático y estar presentes en todo aquello que la vida nos trae. Cualquier tarea hecha con plena atención se convierte en algo maravilloso. Este momento en el que estás leyendo este post nunca más se volverá a repetir. Es lo que en Japón llaman Ichigo Ichie, que traducimos como: cada momento es único e irrepetible.
¿Quién crees que es más feliz, aquel que está de vacaciones en una playa paradisíaca, pero con la mente llena de preocupaciones sin estar realmente presente en ese momento, o aquel que está en casa regando las plantas, con la mente completamente atenta a ello viviendo plenamente todos los detalles: el sonido del agua, el olor y el color de las flores, el zumbido de los insectos, el canto de los pájaros, el sol en la cara…?
La felicidad solo se encuentra aquí y ahora. Nunca se encuentra fuera de nosotros en aquello que tenemos o hacemos. Es un estado de la mente que vamos cultivando estando presentes de forma amable en cada uno de los momentos de nuestra vida. Porque cuando estamos completamente atentos a aquello que hacemos, desconectamos el modo hacer de la mente, ese modo por defecto que nos inunda de pensamientos, muchos de los cuales nos traen estrés, tensión, miedo o preocupación. Como ya dijo el Buddha hace 2500 años, el sufrimiento y la felicidad están en nuestra mente.
Práctica:
Escoge cada día una de tus tareas cotidianas y hazla con plena consciencia: ducharte, desayunar, caminar, lavarte las manos, cocinar, escuchar música, conversar… Se consciente de todos los detalles, por pequeños que sean.
Mira después cómo te has sentido. ¿Cómo de diferente ha sido esa experiencia tan cotidiana hecha con plena atención?
Práctica: Durante el día para de vez en cuando durante unos minutos y observa lo que te rodea. Mira si puedes encontrar algún detalle que te estaba pasando desapercibido y que, aunque pequeño, te resulta agradable, bello y especial; saboréalo, míralo, huélelo, siéntelo, escúchalo, vívelo plenamente. Mira después cómo te has sentido.
Práctica: recuerda de vez en cuando estas sabias palabras japonesas: Ichigo Ichie, este momento es único e irrepetible, nunca más se volverá a repetir.
Aquí te dejo una pequeña práctica que utilizamos en mindfulness
Comiendo una uva pasa
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